Como una manera de representar, reflejar y yuxtaponer el mundo que habitamos, las ciudades, esos entornos cada vez más reticulados y afilados, surgen estos elementos bidimensionales que aparentan ser tridimensionales, figuras poligonales dentro de unos triángulos que representan la contradicción y la dualidad de ese mundo global y artístico, insinuado a través de mapas y hojas de libros: arte y cultura contenidas dentro de esa misma rigidez y que se expande más allá de sus límites gracias al poder creador de lo humano, en este caso la música.
Usado como un paisaje de fondo tras la esencia intrínseca de lo etéreo y sutil, es la escenografia creada para el concierto de presentación del nuevo trabajo de Et-co*, donde la música emerge denotando los instintos primarios que rompen la rigidez de ese mundo edificado que resguarda y aísla.
